Editorial

Más allá de los bordes

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En sus poco más de seis meses de Gobierno, mucho se puede decir de la figura del Presidente argentino, Javier Milei, en especial sobre su personalidad excéntrica o respecto de las polémicas que suelen envolverlo. Pero también hay claves en su incipiente gestión que pueden rescatarse más allá del alarde, como el aporte del Ejecutivo para dar certezas políticas y económicas a un país que estaba sumido en una gran crisis de confianza, y la capacidad para llevar adelante la agenda de Gobierno, pese a no tener el control del Congreso.

En el estilo presidencial de Milei se cruzan las disputas altisonantes, con una gestión de Gobierno que está logrando acuerdos.

A fines de la semana pasada, y luego de 12 horas de debate, fueron aprobadas la Ley Bases y el paquete de reformas fiscales, con una mayoría contundente. No se trata de cualquier proyecto, sino del marco legal para que Milei pueda abordar los grandes ejes de su programa: reformas laborales, privatización de empresas, facultades para que el Ejecutivo reestructure organismos del Estado y, quizás lo más importante, la puesta en marcha de incentivos a las grandes inversiones.

Las encuestas dan al mandatario una aprobación de entre 54% y 56%, lo que le otorga suficiente confianza para continuar con el despliegue de su programa, pese a las críticas de grupos de presión. Las nuevas certezas se reflejan en el freno a una inflación que estaba descontrolada y en el logro del primer superávit fiscal en décadas, tras la reducción del gasto público. Sin embargo, el PIB ha caído, mientras el consumo se restringe y la amenaza de recesión se vuelve evidente. Con esto, la preocupación social ha virado desde la hiperinflación hacia los temores de perder el empleo. Todo ello, en medio de una áspera relación mediática del mandatario con la oposición y, también con el frente externo, donde ha llevado sus disputas a un tono altisonante, confundiendo incluso las posiciones de sus supuestos contendientes, como ocurrió con el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Rodrigo Valdés, a quien calificó de izquierdista.

El partido de Milei tiene escasa representación en el Congreso y aun así logró una mayoría decisiva a favor de una reforma que para muchos no pasaba de ser una promesa electoral. El haber concedido que Aerolíneas Argentinas no sea privatizada es una señal de las capacidades de negociación, que permitieron viabilizar un programa disruptivo.

Los argentinos están viviendo tanto un shock económico, como un estilo presidencial en constante polémica. Sin embargo, más allá de los bordes, Milei está logrando acuerdos. Está por verse si su proceder confrontacional se condice con la necesaria gobernabilidad que requiere el país, para hacer factible reconstruir una economía que responda a las urgencia sociales que la agobian.

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